Esto se está poniendo feo. Estados Unidos se declara una vez más (porque ya lo había hecho antes) a favor de la economía y en contra del medio ambiente. Pero si no nos ha caído el veinte, nos tiene que caer ya: tenemos que dejar de esperar que sean las grandes decisiones de los grandes gobiernos y las grandes corporaciones a las que sirven con sus pequeños miembros, lo que evite la catástrofe ecológica que por lo visto nos preocupa tanto a todos.
Sí, hay asuntos fuera de nuestro alcance. Pero hay muchos, MUCHOS asuntos que podemos atender en nuestras cotidianidades y que van salvándole venas, arterias, células y neuronas a esta Tierra de la cual estamos hechos. Porque la Tierra no es una cosa que está allá afuera. Es lo que nos tragamos diario. Es lo que respiramos. Somos oxígeno, magnesio, sodio y zinc. La Tierra somos nosotros. Y si somos capaces de lavarnos la cabeza y los dientes todos los días, me parece que hay otros hábitos que podemos empezar a implementar. Todos urgentes.
- Tenemos que dejar de usar plástico. A la de ya. Llevar nuestras bolsas de tela cuando vamos de compras, evitar los recipientes de plástico y si acaso llega a nuestras manos alguna bolsa infame, reusarla lo más que se pueda.
- Lo mismo con las malditas botellas. Cada día en México se llena el equivalente a tres zócalos capitalinos enteros con pura basura de botellas de agua y refresco. Eso sí está para llorar, y Trump no tuvo nada que ver.
- Los popotes son para viejitos sin dientes. Las colillas de cigarro botadas son de nacos. Sí, de nacos. Ustedes saben a cuáles me refiero. (Yo fui naca muchos años pero ya se me pasó).
- Tenemos que decirle no gracias y de preferencia mentarle la madre a cualquiera que pretenda vendernos algo en un vaso o un recipiente de unicel.
- Usar el coche lo mínimo indispensable y en cuanto se pueda, cambiarlo por un transporte híbrido, eléctrico, manual o público. Seguir quemando combustibles fósiles a destajo es una locura.
- Tenemos que dejar de comprar ropa bonita, barata y de mala calidad, que se desecha rápido. La ropa de materiales sintéticos tarda siglos en degradarse. Que no veamos la basura no significa que no esté ahí. Y es mucha. Y la que no se deshace solita, nos traga.
- Tenemos que comprar local. Cada vez que compramos unas fresitas hechas en Chile o en quién sabe dónde estamos comprando contaminación por aire y por tierra.
- Es mejor consumir orgánico. Los pesticidas, plaguicidas y aditivos para el crecimiento dañan la tierra.
- Es mejor buscarse un detergente biodegradable, dejar de echarle porquerías al agua.
- Y con el agua, seguir aplicando nuestra cultura ya bien aprendida desde los ochenta: ¡¡CIÉRRALE!!
- Es indispensable reducir nuestro consumo de carne roja. El metano que producen las vacas es uno de los mayores promotores del efecto invernadero en la atmósfera y además ¿en serio es necesario sacrificar tantos animales para alimentarnos? En mi casa hemos prescindido de la carne roja entre semana y nos funciona. La dejamos para los fines de semana y se aprecia mucho más!
- Sí. Hay que separar la basura. Todo lo que pueda reutilizarse y transformarse, nos compra vida en la Tierra.
- Tenemos que dejar de comprar. Así. TENEMOS. QUE. DEJAR. DE COMPRAR. Tenemos que dejar de tirar cualquier cosa nada más porque se le cayó un botón. Hay que tratar de arreglar nuestros zapatos, nuestros muebles y nuestros aparatos; salirnos de esta espiral enloquecida de cambiar el coche, el teléfono y la computadora nada más porque ya salió uno más bonito. (O porque ya lo ahogamos...) Tenemos que quitarle la importancia estratosférica que le hemos dado a la palabra "nuevo". Nos tiene que caer este veinte: Todo lo que consumimos, TODO, pasa por un proceso de producción antes de llegar a nuestras manos y se convierte en desecho cuando lo tiramos. En cada uno de esos pasos hay un impacto y se deja una huella. Tenemos que dejar de ser como caballitos acorazados que van corriendo y sólo ven para el frente y no para los lados. Tenemos que carajos despertar. Por nuestros hijos y sus hijos.
- En cuanto se pueda, hay que aprender a cultivar algo. Aunque sean unos tomates en el balcón. Dejar de ser unos inútiles dependientes de la industria para atender cada una de nuestras necesidades.
- En cuanto se pueda, hay que apostarle en serio a la energía solar.
Y seguro hay mucho más. Estas son las acciones cotidianas que a mí me funcionan y que procuro hacer. ¿Y saben cuándo se va a poner bueno todo esto? Cuando todos empecemos a caminar en esta dirección y empecemos a ayudarnos para favorecer estos cambios. Ahí sí vamos a poder pintarle dedo a cualquier gobierno, corporación o depredador mundial que nos venga a anunciar nuestra muerte inminente.
La semana pasada nos fuimos de vacaciones a la playa y gracias a esta botella de aluminio (la que aparece en la foto), me enorgullezco en decir que no compramos una sola botella de plástico. Ni una. Hay que estar a las vivas, eso sí; hay que estar viendo oportunidades para rellenar la botella y echarle un hielito por ahí. Pero ya que te acostumbras es fácil.
Y esa es la cosa. Hay que hacerlo fácil. Hay que hacerlo hábito. Como lavarnos los dientes. Solitos. Todos los días. ¿O alguien de veras, neta, necesita que venga Donald Trump a su casa con el hilo dental?
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