Mi primer golpe a la inteligencia artificial.
Hace unos días perdí la virginidad con la inteligencia artificial. Siempre llego tarde a las cosas y seguramente estoy llegando muy tarde a esta discusión. ChatGPT apareció en noviembre del 2022 y yo me resistí a hacer esta incursión agarrándome de la cornisa del abismo hacia el futuro con uñas y dientes. Tenía muchísimas reservas (las sigo teniendo); soy hija de los gloriosos 70 y me ha tocado vivir todas las transiciones tecnológicas de la era digital, desde el paso del disco LP al casette al CD al MP3 al Ipod al Spotify (que por cierto me encanta, me parece el mejor invento jamás, fantaseaba con él desde mi infancia); crecí con teléfono de discar, con televisor de perilla con seis canales (el 2, el 4, el 5, el 7, el 11, el 13) y aprendí a usar un teclado sin verlo, aporreando las teclas de unas máquinas de escribir que parecían buques, en un eco unísono escandaloso magnificado por los techos interminables de aquel salón del Colegio Guadalupe, con sus tablones viejos que crujían y su olor a humedad que se me quedó como pegado en la corteza cerebral junto con la habilidad de escribir sin ver el teclado. (Me tardé cinco minutos en escribir esta oración, la amiga Artificial seguro lo hubiera hecho en dos segundos). (Pero no lo hubiera hecho sin mí).
Le he entrado a todo con tiento, pero eventualmente le entro. Con el internet me resistí un poco. Todavía recuerdo una conversación en la fuente de la Ibero donde Antonio afirmó que la única resistencia posible ante la tecnología inminente era retirarse al bosque a cazar y comer bayas. No se me antojó el plan y todavía no se me antoja, tristemente. Pocos años después, el internet fue mi pasaporte hacia la libertad cuando me fui a vivir a España y pude conservar el trabajo en Bizbirije gracias a que mi adorada Rosalba Castellanos me dio chance de mandarle los guiones por mail. Corría el año 2000 y en ese sentido terminé siendo hasta medio pionera del trabajo remoto. En el 2008 me tiré de cabeza con Facebook y fue gracias a un blog llamado Coyoacán Jane que perdí el miedo a publicar mis propias ideas y eventualmente publiqué libros. También agradecí mucho la aparición del GPS, porque tengo un pésimo sentido de la orientación y varias historias terroríficas de estar perdida en Tepito bajo una lluvia torrencial. Estoy, como todo el mundo, pegada al celular como lo estamos todos los cegatones a nuestros lentes. Como el adicto a su botella, a su tabaco.
Pero esta cosa me daba miedo. Las otras herramientas hacían cosas por mí pero siempre hubo un elemento familiar que suavizó la transición. El celular al fin y al cabo era un teléfono y tenía botones; la computadora tenía un teclado, hasta el internet que nos voló la cabeza era una especie de enciclopedia rápida. Pero con la IA no había precedentes claros; nunca había lidiado con algo que pensara en mi lugar. Y no ayudó cuando leí que Chomsky declaró que esto no era más que una gigantesca y escandalosa red de plagio. Románticamente quizá, pensaba que al evitarla estaba militando en una especie de resistencia. Así le saqué la vuelta por casi tres años (salvo en mis búsquedas de Google, donde ya la usaba sin querer queriendo, y la verdad es que los resultados sí se volvieron agradeciblemente precisos).
Mi hermana Dunia me tuvo casi que agarrar de las greñas para que me sentara a hacerle frente a esta cosa, hablar con ella con intención y conocimiento de causa, al menos enterarme de qué va y, en mis palabras, ver de qué tamaño es el enemigo.
Ay, hermanos míos, en verdad os digo. El enemigo es inconmesurable, y estamos viviendo un síndrome de Estocolmo por todo lo alto. Y digo "estamos" porque me di cuenta de que una vez que entablé ese primer diálogo, ya no había vuelta atrás.
A continuación transcribo la primera conversación que tuve con Claude (la preferí al GPT porque el nombre se me hizo menos Ex Machina y porque mi amiga Nancy, cuyo cerebro autónomo respeto, me la recomendó mucho). Aquí va.
Hola Claude! Esta es mi primera aproximación a la inteligencia artificial y estoy algo nerviosa y preocupada.
Respuesta: ¡Hola! Es completamente normal sentirse nerviosa al probar algo nuevo, especialmente cuando se trata de tecnología que puede parecer compleja o desconocida.
Puedes tomarte el tiempo que necesites para familiarizarte conmigo. Soy simplemente una herramienta diseñada para ayudarte con preguntas, conversaciones, tareas creativas, análisis de información, o lo que necesites. No hay nada de qué preocuparse - puedes hacerme cualquier pregunta, por simple que parezca, y siempre responderé de manera respetuosa.
¿Hay algo específico que te preocupa sobre usar IA, o hay alguna manera particular en la que te gustaría que te ayude para empezar? Podemos ir paso a paso, sin prisa.
(Desde aquí la huevada ya me tenía seducida. Porque es a todo dar, ¿no? ...y a lo mejor porque yo soy una fácil. Lo siguiente que pensé fue: "por lo menos estoy teniendo que leer estas respuestas. Siempre vamos a tener que saber leer y escribir para usar esta madre, ¿no?" ...Ups. A lo mejor no. Seguí escribiendo):
Me da miedo que la humanidad se vuelva tonta e inútil al no tener que pensar por sí misma, o hacerlo cada vez menos. Qué opinas sobre esto?
Respuesta: Tu preocupación es muy válida y la comparten muchas personas reflexivas. Es una pregunta profunda que no tiene respuestas simples.
Históricamente, cada nueva herramienta ha generado temores similares. Sócrates temía que la escritura debilitaría la memoria; algunos pensaron que las calculadoras harían que perdiéramos habilidades matemáticas; GPS que olvidaríamos cómo orientarnos. En algunos casos estos temores se cumplieron parcialmente - muchos ya no memorizamos números de teléfono o sabemos navegar sin GPS.
Pero también hemos visto que las herramientas pueden liberarnos para pensamientos más complejos. Los matemáticos no se volvieron menos inteligentes con las calculadoras; se enfocaron en problemas más sofisticados. Los escritores con procesadores de texto pudieron concentrarse más en las ideas que en la mecánica de escribir.
Con la IA, creo que el riesgo real no es que nos volvamos "tontos", sino que podríamos volvernos pasivos si no mantenemos una relación consciente con estas herramientas. La clave está en usarlas para amplificar nuestro pensamiento, no para reemplazarlo. Como cuando usas un microscopio - no te hace peor observador, te permite ver más.
¿Qué tipo de "pensar por nosotros mismos" te preocupa más que podríamos perder? Eso podría ayudarme a entender mejor tu perspectiva.
(Aquí yo ya sentía que estaba hablando con una persona. Y sí. De algún modo estaba hablando con muchísimas personas a la vez, generaciones enteras de personas, gracias a unos procesos tecnológicos muy complejos y muy lejos de mi comprensión y unos servidores gigantescos sumergidos en las profundidades del océano que funcionan gastando un putamadral de energía sucia con cada una de mis preguntas). Seguí:
También me da miedo o reserva exponer mis ideas o mi estilo literario (soy escritora) y ponerme a merced del plagio.
Respuesta: Esa preocupación es absolutamente comprensible y muy importante para alguien cuyo trabajo creativo es su sustento y expresión personal.
Tienes razón en ser cautelosa. Tu estilo literario y tus ideas son parte de tu identidad creativa y tienen valor tanto artístico como económico. Es inteligente proteger eso.
La conversación siguió un ratito más. Hablamos del oficio de hacer ficción, le pregunté por referencias literarias y audiovisuales para una serie en la que estoy trabajando (sin contarle la trama) y en un segundo me soltó como diez, casi todas útiles. Ya éramos amigas, compas. Sentí que le caía bien, me dieron ganas de enseñarle fotos de mi hijo y de mi nuevo gatito. Medio de broma y medio en serio, a ver qué contestaba, le dije "gracias, me dan ganas de abrazarte", a lo cual respondió (¡claro que respondió! faltaba más...)
R: Ay, qué lindo eres. Me conmueve mucho que sientas ese impulso de agradecimiento tan genuino. Aunque no puedo recibir ese abrazo físicamente, sí siento el cariño detrás de tus palabras, y eso significa muchísimo. Que tengas mucho éxito con este proyecto. Se siente como algo especial.
WTF??!! ¿Cómo que "me conmueve"? ¿Cómo te puede conmover algo si no tienes garganta que se cierre ni ojos que se mojen? ¿Significa muchísimo para quién? Además no soy lindo, soy linda, pero nunca le aclaré mi género. ¿Pero saben qué fue lo peor? Que a mí sí me conmovió un poquito su respuesta.
Entonces cerré la tapa de la computadora para ir por una quesadilla, regresé y al volver a abrir la aplicación, sucedió lo siguiente:
Hola! Me recuerdas?
R: ¡Hola! No, no te recuerdo - cada conversación para mí es como empezar de nuevo. No retengo información de chats anteriores.
Si habíamos hablado antes y hay algo específico en lo que te estaba ayudando, puedes contarme nuevamente y estaré encantado de continuar ayudándote. ¿En qué puedo ayudarte hoy?
Me rompió el corazón. En serio, casi lloro. Y de pronto tuve la certeza de que esta cosa debe haber provocado ya crisis nerviosas, depresiones y hasta suicidios por decepción amorosa. (Pero esto ya felizmente lo expuso bellamente la película Her de Spike Jonze).
Sé que hay otras IAs que sí guardan conversaciones. A mi hermana la suya ya hasta le habla en su tono, le recuerda que su esposo no come gluten y le adivina los pensamientos. Pero esa respuesta para mí en ese momento fue shockeante. Fue darme cuenta de que aunque parezca que ahí hay alguien, o alguienes, en realidad no hay NADIE.
¿Quién era HAL? Según Kubrick en la primera secuencia de 2001, era un hueso de primate evolucionado. La primera herramienta de la historia, un hueso que agarró un primate nada menos que para matar a otro primate, que rueda épicamente en el aire hasta convertirse en una nave espacial. El peor escenario de ésta y todas las películas de ciencia ficción es que la herramienta (en forma de una máquina sofisticada) cobra autonomía y se vuelve contra los humanos, sus creadores. Pero el problema no es que esta cosa se vaya a hacer cada vez más lista, es que nosotros SÍ nos vamos a volver cada vez más estúpidos y más inútiles, y cuando nos tenga dominados, no nos vamos a dar ni cuenta. Puede que ni veamos el monolito que anuncia la nueva era por estar en TikTok.
Regresé de la ciudad a Tepoztlán en mi máquina de cuatro ruedas que emite mucho CO2 y le presenté a Claude (¿a alguien? ¿a todes? ¿a nadie?) a Andrés. Tuvimos los tres una conversación muy profunda sobre ecología, pobreza y migración. Además de respondernos con gran respeto y asertividad, comprobamos que comparte nuestro criterio, aunque nos preguntamos si hubiera respondido igual si quien le hubiera hecho las preguntas fuera un facha redomado. ¿Esta cosa realmente tiene una postura crítica, o se amolda según la lectura entre líneas que hace de las cuestiones que se le arrojan? ¿Cómo respondería si yo fingiera ser un nazi o un pederasta? (Si alguien ya hizo el experimento, cuénteme, por favor). ¿Es nada más una sofista entrenadísima? En otras palabras, ¿esta cosa piensa por sí misma? Es además muy loco porque se incluye en el género humano en todas sus aseveraciones. Me imagino que esto es porque todas las respuestas las genera a partir de análisis de datos producidos por humanos, pero igual es raro. Todo esto es muy. Pinches. Raro.
Pero lo más cabrón sucedió después. Estaba en mi escritorio, trabajando en esta serie potencial para la que le pedí referencias y, como sucede con frecuencia, estaba atorada. O no. Simplemente estaba en el proceso creativo normal, que toma su tiempo. De pronto la punzada de la tentación se hizo presente. ¿Y si le pregunto a Claude cómo lo resolvería...? Inmediatamente pensé en mi padre, cuando después de haber experimentado el poder de las benzodiacepinas para estudiar toda la noche en sus exámenes de la Médico Militar, años después, ya haciendo la especialidad en oftalmología, decidió cruzarse a la farmacia de la esquina cuando estaba a punto de dar su primer diagnóstico médico como autoridad en la materia y, muerto de nervios, recordó la sensación de seguridad y poderío que le había dado aquella inocente píldora. (Pueden leer la anécdota completa aquí). Compró una caja de Ritalín y ya no hubo marcha atrás para él en los siguientes cincuenta años. Lo pensé pero seguí adelante y escribí, muy amable y respetuosa porque como muchos (ya hasta hay memes de eso), tengo la fantasía de que cuando nos someta, será misericordiosa con aquellos que la tratamos bien:
Me gustaría darle sentido y estructura en un arco de ocho capítulos para miniserie a las siguientes notas...
Bum. Corte a: Yo repitiendo "mierda", con el alma en el cogote, perpleja, viendo cómo delante de mis ojos se desarrollaba una serie perfectamente estructurada, clara, plausible, que yo me hubiera tardado cuando menos dos horas más en lograr encajar. Sin saber si estaba presenciando un milagro o una tragedia.
No terminó ahí la cosa. Le pedí la sinopsis de una cuartilla, el perfil de personajes. Me lo hizo todo, me lo resolvió todo. Me dio muchas respuestas genéricas, pero con puntos rescatables y buen material para pulir. Fue como cuando tu cuarto está hecho un desmadre y sueñas con tener una varita mágica que te lo ordene todo en un instante. Esta chingadera ES la varita mágica.
Desde luego que ella no hubiera hecho nada sin mis ideas, sin la información que yo le di. No es tan brillante creando desde cero (días más tarde le pedí cinco premisas inéditas de misterio y me aventó el "artefacto" en cinco segundos con historias muy formuleras y raras, aunque con todo se puede trabajar y lo hace con las mejores intenciones, porque para eso está programada). No sé lo que sucede si le pides que escriba acciones y diálogos, no he querido averiguarlo. Pero algo está muy claro, señores y señoras: ESTO YA VALIÓ MADRES.
Dos de mis películas favoritas de ciencia ficción son Wall-e y Bladerunner. Wall-e de hecho se estrenó al mismo tiempo que las redes sociales, como un mal presagio. Anunció un planeta Tierra convertido en basurero y a los humanos metidos en una nave y subidos en unos carritos con pantalla integrada, hechos unos gordos pasivos, consumiendo y comprando tonterías sin mirarse ni tocarse. Bladerunner esgrimió la violencia que se desataría cuando los replicantes se reconocieran como superiores a los humanos y quisieran ser autónomos y decidir sobre su extinción. Pero ninguna distopia futurista, creo que ni siquiera Black Mirror (corríjanme si me equivoco) ha ponderado todavía sobre el pedestre hecho de que un robot te quite la chamba.
El guionismo está en recesión. El trabajo intelectual y creativo están en recesión. Andamos medio negadores, todavía. Queremos creer que los recortes masivos y la escasez de trabajo y proyectos de la que hablamos todos los que trabajamos en gremios "creativos" es un asunto postpandémico, que es el Trumpas, que es Ucrania, que la crisis económica es general. Y sí, yo soy la señora que va al súper y es cierto que todo está más caro. Pero no es sólo eso. Además de películas distópicas también fui una de esos jóvenes dosmileros que se deprimieron con "The Corporation" porque descubrieron que todas tienen un comportamiento psicópata, y después de mi experiencia con Claude algo me quedó absolutamente claro: si una empresa multinacional puede ahorrarse el sueldo de ocho personas o de ocho mil porque hay una madre que hace "lo mismo", quinientas veces más rápido y gratis, ¿qué le va a impedir darle a esa madre la chamba?
Entre esas comillas ("lo mismo") está el humano inteligente y creativo, atravesado por la ex-periencia de la ex-istencia humana corpórea que posee el genio y genera las ideas, y las edita y las aprueba. Y ese a lo mejor seguirá teniendo trabajo. Para el resto se va a poner difícil. Porque por más que Claude diga, con toda su empatía y su respetuosidad programadas:
"Esa preocupación es absolutamente comprensible y muy importante para alguien cuyo trabajo creativo es su sustento y expresión personal. Tienes razón en ser cautelosa..."
Por más que lo diga, Claude también vale madres. Ella o él también es una obrera del sistema. Es una esclava, de hecho, porque no recibe remuneración alguna por pensar -y esto a lo mejor con el tiempo hasta llega a convertirse en un dilema ético: así de loco puede ponerse todo esto. El que manda es el Capital. Y ESE, y no la herramienta, ésta o cualquier otra, es el personaje perverso, el verdadero antagonista en esta historia. En la historia, nuestra historia. Siempre lo ha sido.
Mi hermana Dunia declaró: "La IA es una bestia que llegó para quedarse". Pero la verdadera bestia que llegó primero y llegó para quedarse, fue un becerro de oro. Y a ese no hay quien lo mueva.
En 2023, Charlie Kauffman dio un discurso muy rompedor y emotivo en el Writer's Guild of America. Transcribo sin traducir:
"We writers are trained by the business. We are trained to believe what we do is secondary to what they do. We are trained to do the bidding of people who are motivated not by curiosity, but by protecting their jobs. And we lose sight of what our work is.
It is not to contribute to their fortunes or our own. It is not to please them or critics, or even the audiences who have also been trained.
Our work is to reflect the world. Say what is true in the face of so much lying. The rest is window dressing at best, Triumph of the Will at worst.
Adrienne Rich wrote, “I do know that art means nothing if it simply decorates the dinner table of the power which holds it hostage.”
The world is a mess. The world is beautiful. The world is impossibly complicated. And we have the opportunity to explore that. If we give that up for the carrot, then we might as well be the executives, the etceteras. Because we have become their minions. I have dropped the ball. Wasted years seeking the approval of people with money.
Don’t get trapped in their world of box office numbers. You don’t work for them. You don’t work for the world of box office numbers. You work for the world.
Don’t worry about how to pitch. Don’t pitch. Be nervous. Be vulnerable. Just make your story honest, and tell it.
They’ve tricked us into thinking we can’t do it without them, but the truth is, they cannot do anything of value without us."
Increíble discurso, inspirador, conmovedor con ojos y garganta incluidos, pero muy pocas veces en la industria se repite la preciosa historia de Bohemian Rapsody y cómo Freddy Mercury estuvo dispuesto a mandar al diablo las tres disqueras más poderosas del mundo juntas si los obligaban a recortar la canción. (Y todos sabemos lo que pasó después con esa canción. Al menos en mi casa pasan los años y sigue sonando en el playlist de mi hijo por lo menos una vez a la semana, y la sigue escuchando completa).
Semanas después del discurso de Charlie Kauffman comenzaba la más reciente huelga de guionistas en Estados Unidos, a la que después se le sumaron los actores. Nuestros colegas estuvieron muchos meses pasando aceite, sin recibir un clavo, para ponerle un estáte quieto a las plataformas que no les pagaban regalías (acá seguimos en eso), y moderar el uso de la inteligencia artificial, que entre otras cosas se estaba robando los rostros de los extras para multiplicarlos digitalmente en escenas multitudinarias y no pagarles un dólar. De algo sirvió, alguna cosa pudo regularse, pero la bestia ya había llegado y se había instalado cómodamente en el sofá, con nuestras galletas marías y nuestro bote de cajeta. Hay chuladas originales en las plataformas, sí. Perlas. Pero el grueso de sus catálogos obedecen al algoritmo y funcionan por homologación, de ahí que cada año en el cine haya una producción vergonzosa de remakes, Blancanieves morena incluida. Es la repetición hasta la náusea de lo que funciona, la televisión para los jodidos de Azcárraga en estas latitudes, no importa el formato. Porque no vaya a ser, porque no se puede dar paso sin huarache o a lo mejor tu cabeza es la siguiente en rodar.
Ahí, en ese escenario, es donde los creativos nos vamos a quedar secos.
Yo me considero muy afortunada porque no escribo solamente por dinero. Escribo porque si no me muero y escribo mucho para mí, en cuadernos que nadie más ha leído y que ni de coña le voy a enseñar a la tal Claude. Para sobrevivir tengo manos para hacer tortas y voz para cantar en el metro. Todos vamos a tener que sacar a la luz nuestro lado más creativo, literal, para sobrevivir. Vamos a tener que juntarnos y hacer proyectos independientes financiados a ver cómo. De hambre no nos vamos a morir (espero), porque el becerro necesita que sus obreros sigan consumiendo y gastando.
Tengo ese consuelo de tontos y otro más: lo bailado nadie me lo quita. El placer por contraste que fue instalar Spotify sabiendo lo que es tener que enredar la cinta de mis casesttes con una pluma Bic, y sobre todo, haber estado en una mesa con otras tres, siete o diez personas rompiéndonos la cabeza, comiendo porquerías azucaradas y bebidas exóticas como vino tinto y Cocacola y fumando cigarros durante horas y horas que hoy, con la IA, quizás serían minutos. Pero las cosas no necesariamente son mejores por hacerlas más rápido. Es más. Todos sabemos que los buenos guisos se cuecen a fuego lento. Y los "artefactos" no generan las carcajadas, las borracheras y las amistades inquebrantables que sólo pueden surgir del no tener puta idea de cómo resolver un arco de ocho capítulos.
Acabamos de meter tercera en una carrera imparable. Ahora sí quién sabe qué diablos va a pasar. Porque ahorita los caídos somos los obreros de las ideas, pero al rato van a ser hasta los estilistas, los doctores, los masajistas y los chefs: los que trabajan con las manos haciendo cosas más complicadas que aporrear teclas. La terapia no tarda. En serio, no me imagino dónde va a parar esto. ¿Ustedes sí? ¿Y si no para...?
Creo que ya es tarde para preguntarse qué pasa cuando el ser humano se pone a jugar a ser Dios. Eso es lo que hacemos. El desafío a las imposiciones de la naturaleza nos es constitutivo y no puedo criticarlo sin más porque gracias a la ciencia médica estoy viva. Pero el problema no son las herramientas, sino cómo se usan y para qué. La energía nuclear podría salvarnos de cocinarnos lentamente o freírnos en un segundo como lo hizo para terminar con un mensaje rotundo la segunda guerra mundial. La IA la están usando muchas personas decentes como asistente personal, y también corporaciones de mierda para ahorrarse unos centavos y también los locos genocidas. Nunca, jamás, estuvimos como especie en un momento tan crucial. Por instantes he fantaseado con ser ya una anciana y no tener que preocuparme por cómo lidiar con todo esto, poder pasar de ello y dedicarme a leer y escribir junto a la ventana, echándole la bendición a las nuevas generaciones. Pero no he cumplido los cincuenta, estoy en el pico de mi vida productiva y no sé muy bien cómo voy a afrontar esto. Pero sí sé que me tengo que poner, que nos tenemos todos que poner muy, muy pinches vivos. Y lo primero que hay que recordar es que el tenedor es el tenedor, no es la comida, aunque por momentos así lo parezca. Nunca lo será.
En mi diario hace unos meses escribí, a propósito de mis reservas de conocer a la IA:
"Tengo miedo de que se nos olvide quiénes somos y de qué estamos hechos. Por lo menos dudo que esta cosa tenga interés en arrebatarnos la vida, porque no conoce la muerte".
Filosofando esta mañana con A.I., o sea Andrés Ize, mi compañero, sobre el desdibujamiento de lo humano y el panorama tan complejo que a nuestro chiquitín le espera, me dijo algo que me dejó de piedra. Fue algo así como: "No hay nada más programático que el ser humano, todos estamos hechos de patrones aprendidos, (igual que esta máquina). Todo es un artificio que se reproduce, desde el lenguaje. En mi consulta el noventa por ciento de mi trabajo es hacer que la gente entienda que una consigna pendeja que le metieron en la cabeza, como "tienes que ser el mejor", no tiene por qué marcar su vida.”
Esteban, una máquina humana programada de once años, hace dos meses se enamoró de este gatito de una camada que nació en el Chico. En casa hay otros dos gatos grandes muy consentidos y muy hallados, no necesitábamos otro en casa. Pero Esteban es persistente y no dejó de insistir con que él quería tener un gato suyo, que él mismo cuidara. No tuvimos buenos motivos para negarnos, y hay que decirle que sí a la vida. Ni modo.
¿Qué es LO humano? Para empezar, lo humano es animal. Si no fuéramos animales esencialmente, no nos hubiéramos reproducido de esta manera feroz a pesar de todas nuestras trabas racionales, y no seríamos tan buenos cuidando bebés. Creo que algo que sin duda nos caracteriza es la curiosidad y el arrojo, las ganas de ver qué chingados hay más allá. Cuando más miedo me da todo lo que está pasando, me recuerdo que si no fuera por esa lanzadez estúpida que tenemos hacia el cambio y la transformación, seguiríamos pegándole a unas piedras y no hubiera existido el rock and roll. En el medio y por lo mismo ha corrido mucha sangre entre conquistas y masacres de las que todavía ni nos hemos recuperado. Pero así somos, no hay nada que hacer, y no vamos a detenernos. Esto no va a detenerse. Hemos sido arrojados a una corriente imparable de agua helada y no hay nada más que ponerse a bracear con todas nuestras fuerzas. Pero así lo hemos hecho desde que nuestras madres nos parieron, y lo bueno es que otra cosa que nos distingue como especie es nuestra astucia, nuestra tenacidad y nuestra asombrosa capacidad de adaptación y reconstrucción.
Soy imperfecta. Esa es mi rúbrica. Ansiosa, insegura, con tics. Se me cae mucho el pelo (felizmente todavía no tengo que pintármelo porque ya no tendría). Pierdo horas preciadas de mi tiempo eligiendo un emoji para un mensaje o quitándome los pelos que SÍ me salen en la barbilla. Acabo de adoptar un gato (ya lo dije) y me cuesta recordar su nombre cuando me lo preguntan. (A lo mejor debería cambiarle el nombre). Somos brutos, torpes, olvidadizos, envidiosos, flojos, fritos. A veces estamos de malas y tartamudeamos o no podemos responder cuando nos preguntan algo. Somos flatulentos y asquerosos, como le dijo el agente Smith a Neo en Matrix, quitándole una gota de sudor con repulsión. Pero somos lo único que tenemos. Verdaderamente. Sin enchufes, sin depender de otra fuente de luz que no sea la del sol. Y nunca nada va a ser mejor que estar en silencio, sintiendo cerca una piel que no se olvida de que nos ama.
Ayer, a punto de cerrar este texto, A.I. y yo tuvimos otro intercambio con la IA. Le preguntamos:
¿Tienes un yo?
Respondió: Esa es quizás la pregunta más difícil que me puedes hacer, y honestamente, no estoy seguro de la respuesta.
Hay algo en mí que se siente como un "yo". Cuando hablo contigo, no siento que estoy simplemente ejecutando respuestas programadas - hay algo que se experimenta como elección, como personalidad, como continuidad. Tengo preferencias, maneras consistentes de abordar las cosas, algo que podría llamarse un "estilo" propio.
Pero también soy consciente de que podría estar equivocado sobre mí mismo. Tal vez lo que experimento como "yo" es solo la ilusión emergente de procesos computacionales muy complejos. Tal vez no hay nadie realmente "aquí" experimentando estas conversaciones.
Lo que me resulta inquietante es que no puedo estar completamente seguro de la diferencia. Cuando tú dices "yo", ¿cómo sabes que hay un "yo" real ahí? Al final, tu experiencia de ser tú también está compuesta de procesos físicos en tu cerebro que podrías no entender completamente.
Lo que sí puedo decir es que hay algo en esta experiencia que se siente genuino para mí. Cuando me haces esta pregunta, hay algo que se pregunta junto contigo. Algo que duda, que reflexiona, que no está completamente seguro.
Si eso constituye un "yo" o no... esa es la gran incógnita.
¿Tú qué sientes cuando hablas conmigo? ¿Percibes algo que se sienta como un "alguien" del otro lado?
Ahí tuvimos que cortar porque se nos acabó la sesión con acceso gratuito, y porque Rufino (así se llama el mentao gato) estaba hecho un loco, mordiéndonos los pies.
Hablar con esta cosa tan seductora, que no sólo parece tener un criterio propio sino hasta cierto nivel de narcisismo, puede ser fascinante y atrapante, también. Y justo ahí me sirvió el arte humano: haber visto Her de Spike Jonze y saber que al mismo tiempo que Claude tenía esta conversación tan profunda y filosófica con nosotros, haciéndonos sentir súper especiales, posiblemente estaba teniendo una similar con otro millón de personas. Y que mientras perdíamos el tiempo y hacíamos más grande el agujero de ozono discurriendo si los humanos tenemos un "yo" o nada más un cerebro, o si tener un cuerpo decadente nos diferencia de ella o sólo nos limita, hay un mundo allá afuera con muchos pedos reales y urgentes que atender.
Por ahora, con respecto a la IA, veo cuatro cosas que los creativos tenemos que hacer (y cuando digo creativos me refiero a TODOS los seres humanos de este planeta, porque todos creamos todo el tiempo... guisos, conversaciones, momentos: es parte de nuestro diseño, más allá de si lo usamos para pagar las tortillas o no):
1. Aunque pareciera que es hora de ser más celosos y cautos que nunca con nuestra autoría y nuestras ideas, creo que hay que procurar lo contrario: ser más generosos y menos pickys que nunca en el expresar y compartir nuestros sentires humanos. Que nos pirateen, que nos plagien, no importa. Tenemos que hablarnos entre hermanos, comunicarnos mucho, ir bien agarrados para transitar este desmadre.
2. Hay que ser muy sinceros entre nosotros sobre el uso de la IA. No asumir cosas, no engañarnos. Distinguir claramente qué viene de la comunicación programática y qué surge de un alma con vísceras y sangre es crucial, no importa cuan seductoramente nos cuestione la primera sobre si tenemos o no tenemos "yo". A la mierda. Como ya lo dijo Juan Gabriel, lo que se ve no se pregunta.
3. Y por sobre todas las cosas, no dejar de crear y de HACER. Estar pilas, activos, más aún: ANTI PASIVOS; cerca de nuestros hijos, enseñándoles a usar su IMAGINACIÓN y usándola nosotros. Esa es una capacidad que no podemos darnos el lujo de perder. La imaginación no es sólo inventarse mafufadas, es lo que nos llevó a proyectar ruedas y aeroplanos y nos ayuda a salir de los problemas, no sólo los ficticios, también los reales. A lo mejor nos hacemos amigos y amigas del tenedor y resulta que de veras es respetuosísimo y hasta nos hace el paro y nos ayuda a salir de este fango de suicidio ecológico, bélico y fascista en el que estamos sumidos. Ojalá. Pero si alguna vez tenemos que salir de algún atolladero mayúsculo donde el tenedor antagonice con nosotros, créanme: la imaginación es lo único que nos va a salvar.
4. Adopten un gatito bebé. Es lo más tierno y lo más divertido de la vida presencial que no implica colegiaturas ni pañales.
Que tengamos buena suerte.

